La reforma condena los DDA, una herramienta que permite a los importadores no tener que suportar el IVA. Penaliza, sobre todo, a las pimes.
Una reciente modificación del reglamento del IVA, aprobada el pasado noviembre y que entrará en vigor en enero de 2016, penaliza la pime importadora en relación a la gran empresa y casi liquida los conocidos depósitos diferentes del aduanero (DDA para los profesionales), un particular instrumento de optimización fiscal que aporta ventajas competitivas a las empresas de aquí respecto a las de otros países.
Los expertos tildan la modificación de daño autoinfligido porque ni lo ha instado Bruselas
El nuevo escenario fiscal facilita las operaciones de los grandes importadores
A pesar de la transcendencia del cambio, que ya había estado avisado en el borrador que el gobierno estatal hizo público el junio de 2014, la respuesta del sector ha sido prácticamente nula, hecho que expertos en comercio internacional consultados atribuyen a la falta de unión en este tejido económico y a una histórica aversión a la transparencia, que dificulta el flujo de información y la comunicación entre les distintos agentes. Lo cierto es que semanas después de la aprobación de la reforma aún hay muchas empresas y también grandes instituciones afectadas que están empezando a darse cuenta del nuevo escenario. Y esto que son cambios que alteran substancialmente las reglas del juego.
Para valorar la importancia de la modificación es necesario tener unas nociones básicas de cómo funciona esta parte del comercio internacional. Cuando una empresa instalada en la Unión Europea importa productos de fuera de los países que la conforman tiene que asumir el pago de los aranceles que Bruselas determina por cada tipo de artículos. Además se les aplica los impuestos de cada país, especialmente el IVA en la importación. Cabe pensar que en una operación estándar de compra al exterior, una empresa que recibe un contenedor por puerto tiene que pagar el fabricante de la mercadería, el estibador, el propietario del almacén, los aduaneros, los transportistas, etc. Para evitar que a estos compromisos de pago se le añada el IVA se crearon unos espacios de almacenaje vinculado al servicio de aduanas de la Agencia Tributaria de manera que se pudiera diferir este pago a la salida de este recinto. Inicialmente estos depósitos estaban pensados para empresas que tenían que hacer alguna manipulación antes de su venta, que hacían cambios de titularidad o para ir fraccionando el pago a medida que iba saliendo la mercadería. Hay depósitos aduaneros privados, asociados a grandes importadores, y de públicos, declarados sobre todo para transitarios y al servicio de cualquier empresa integrada. En Catalunya hay más de 200 depósitos aduaneros, la mayoría en las provincias de Barcelona y Tarragona y cercanos a los puertos. Su control corresponde a los dos únicos trabajadores del servicio de aduanas que hay en Cataluña para esta tarea. Hay depósitos aduaneros, lógicamente, por toda Europa.
Aun así, el 1992 se crean los conocidos como depósitos diferentes del aduanero (DDA), a partir de una modificación de antiguos depósitos para el tabaco y el alcohol que tienen impuestos especiales. Los DDA tienen la ventaja que no tienen que suportar el IVA ni cuando la mercadería sale del recinto. De esta forma, el importador puede llegar a poner el producto, venderlo y pagar el IVA con posterioridad. Seguramente la intención del legislador no era esta, pero casi todo el mundo ha usado los DDA como una herramienta fiscal para no tener que hacerse cargo del IVA y evitar un peso para las tesorerías. Y si al principio eran solo las grandes empresas, ara son todas. «La crisis y las dificultades financieras han generalizado el uso, sobre todo, entre las pimes», explica Manel Anguren, de Guiex, una consultora de comercio internacional.
Los cambios
Una de las modificaciones introducidas en la ley restringe de forma radical su uso a un grupo muy concreto de productos, entre los que se encuentran el azúcar o las aceitunas. Son básicamente productos sin elaborar y no industriales, y, a pesar que seguramente no es una elección arbitraria, nadie sabe explicar porque éstos y no otros. “Es una restricción gigante, quien tenga un depósito y viva de esta actividad ya se puede buscar otro trabajo», comenta Anguren.
La segunda modificación supone una nueva restricción que afecta el perfil de las empresas que pueden suspender el pago del IVA, que a partir del 1 de enero solo serán aquellas inscritas en el Redeme (Registro de Devolución Mensual del IVA). Cabe recordar que solo las empresas con una facturación superior a los seis millones de euros están obligadas a formar parte de este régimen. Es verdad que las pimes pueden solicitar la inscripción al Redeme, pero las exigencias que conllevan no animan a dar este paso. Por si esto no fuese suficiente, la inscripción solo es posible en algunos períodos y el 31 de enero termina el vigente y la ventana no se volverá a abrir hasta noviembre.
Para Daniel Agosto, socio també de Guiex, “el actual empeora las condiciones de las pimes y la mejoría de las grandes empresas, sin que haya una motivación objetiva». De hecho, la ley evita dar explicaciones. No consta que las asociaciones de grandes importadores hubieran hecho presión en este sentido, y seguramente se han encontrado el cambio como un regalo de Reyes. Tampoco no ha existido un requerimiento de Bruselas respecto a esto.
Puestos a especular, seguramente el incremento de empresas que usan los DDA plantea un problema de control nada fácil cuando en Cataluña solo hay dos funcionarios. Pero no consta que ésta sea la causa.
Lo cierto es que el golpe de gracia del gobierno español a los DDA no será inocuo y tendrá consecuencias sobre el deseo de ser la puerta logística del sur de Europa, según denuncian Anguren y Agosto, quienes recuerdan que el DDA es una herramienta de captación de empresas internacionales.
Rotterdam, el gran puerto de Europa, tiene una política fiscal que favorece la importación, facilita que las empresas no tengan que hacerse cargo del IVA y no establece distinción por dimensión.
Francesc Muñoz, Barcelona